Con una sensación de deberes a medio hacer y una puñalada trapera en mi espalda incluida, acaba esta rara semana, con día de fiesta en sus medios.
Que no es que yo sea exigente, (en este caso, es mucho pedir) pero la mano echada, me vendría mejor en cualquier parte, que en el cuello, y no es por el amoratamiento de mi faz por falta de oxigeno, si no porque a veces todo puede ser mejor para todos, con alguna mano de mas.
Pero cosas como haber visto volar una decena de águilas junto a dos de mis tres chicos, saber que Yulka ya ha parido, y ver por la tele a esa beluga feliz junto a su bebé, le reconfortan y resarcen a una servidora.