Gracias por tus lecciones maestro

La vida es corta
pero sus horas son largas
De repente,
postrado en cama,
caminante de cuerda larga.
Acariciaste el sol,
desde el balcón de la luna,
Ahora, a tus pies,
la vida se repasa.



Hoy, duermo con ella,

Ahora,
El semen se me envenena,
no soporto otra noche,
pareciendo un idiota,
imaginándola desnuda
y agarrada a una demencia.
Siempre solo,
siempre sin ella,
de hoy no pasa,
hoy me corto las penas.
Pero me levanté,
y fui a mi dormitorio de poeta
arranqué las palabras de amor,
del corazón de mi impaciencia,
y abrí las puertas.
Los manicomios,
raramente se muestran.
Pero hoy,
duermo con ella,
abrazado a mi tristeza.


…….. (Basado en un gemido de Mitxel)

Después de follar en el lavabo

Me queda el resto de mi vida,

y no voy a malgastarla,

no quiero que pierdas

tu tiempo a mi lado.

Ahora, ya has aprendido a volar,

vuela, vuela muy alto,

El tiempo te pertenece,

la libertad está de tu lado.

Nunca mires atrás,

pero no olvides estos años,

de mis palabras recuerda

que sólo el amor y el odio,

no se olvidan cuando es pasado.

En un rato,

nos olvidaremos de nuestros nombres

En un rato,

después de follar en el lavabo......





Deseo…

Deseo…

...A cada amanecer,

Cortarte las mejores rimas de mi huerto de poesía,

Hacerlas florecer con el conocimiento del saber,

regarlas con las lágrimas que un día te reservé

Y hacerte que seas tan feliz como merecerías

Se me murió la tristeza


Y mi tristeza creció conmigo,

fuerte y bella y llena de maravillas.

Y mi tristeza y yo nos amábamos,

y amábamos al mundo que nos rodeaba.

Mi tristeza era de corazón bondadoso,

y el mío también era amable cuando estaba empapado de tristeza.

Cuando hablábamos, mi tristeza y yo, nuestros días eran alados

y nuestras noches estaban desnudas de sueños;

Porque mi tristeza era elocuente,

y mi lengua también era elocuente con la tristeza.

Y cuando mi tristeza y yo cantábamos juntos,

nuestros vecinos se sentaban a la ventana a escucharnos;

Pues nuestros cantos eran profundos como el mar,

y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos.

Y cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo,

la gente nos miraba con amables ojos,

Y cuchicheaba con extremada dulzura.

Y también había quien nos envidiara,

Pues mi tristeza era un ser noble,

Y yo me sentía orgulloso de mi tristeza.

Pero murió mi Tristeza.

Y me quedé solo,

Con mis reflexiones.

Y ahora, cuando hablo,

Mis palabras suenan pesadas en mis oídos.

Y cuando canto,

Mis vecinos ya no escuchan mis canciones.

Y cuando camino solo por la calle,

Ya nadie me mira.

Sólo en sueños, oigo voces que dicen compadecidas:

"Mirad: allí yace el hombre al que se le murió su Tristeza".