Adiós al fumadero de opio

La respuesta es no. No puedo seguir buscándote en todos mis ratos libres. No puedes seguir apoderándote de mis momentos. No estoy dispuesto a sacrificar todo aquello que me convierte en persona. Un ser social y activo.

Las pasiones infantiles. Los desahogos de la juventud. La razón de la madurez. Todo tiene su tiempo. Mezclar todo el pasado en el futuro y hacerlo conscientemente es una pérdida de tiempo. Y tu sabes más que nadie sobre eso.

Un desafío. He notado la saturación. Todas las venas de mi cuerpo pedían clemencia. Uno más. Otro en la larga lista de espera, ¡que trabajen para mí en esas plantaciones de arroz! La cabeza anestesiada, tocada desde hace meses.

Un estado. Arrinconado. Tranquilo y arruinado. Sin uñas y sin pelo. Todo está bien pero vete lejos. Muy lejos. Horas como segundos, contados de uno en uno. Con la boca abierta, con la cabeza abierta.

Si, está bien. Coger el micro y mirar por la ventana. Salir del espejo y dejar que te vean. La luz artificial derrite los ojos cuando es el Sol el que da la vida. Y tantas cosas te la quitan.

¿Ese es el final? Lo tuve siempre en la cabeza. ¿Ese es el final? Me quedo contigo Ed, tu solo acabaste el camino. Amigo, me deparan días de incertidumbre, no quiero arrastrar a nadie al pozo. Espero seguir siendo yo y acabar estando de acuerdo conmigo mismo.