Sextetos y dos palíndromos gastronómicos



Salas las noches. ¡Eh!, con sal salas.

A su mesa pase, musa.


Casas Bermejas


Anoche en Casabermejas
fui a cenar a un restaurante.
Sufría el hambre acuciante
de una noche de reproches
y, sin pensar en derroches,
pedí una ración de almejas.

También quise degustar
vino propio de estas cenas.
Desdeñé el Quitapenas,
por dulzón entraba mal,
va mejor un Cartojal
con los frutos de la mar.

Prestas llegaron a mesa
raciones, copa y botella. 

Degustélas y, en centella,
me llegaron los espasmos.
Espasmos de mil orgasmos
del placer me hacían presa.

Olvidada ya mi pena,
al tercer vaso de vino,
vino el momento mezquino,
tan difícil de tragar
que astilló mi premolar.
Un vil bocado de arena.

Escupiendo sin astucia,
lloré mi suerte rastrera.
“¿Qué es toda esta escandalera?”,
la cocinera gritaba.
“Tu roscón traía un haba,
me has dado una almeja sucia”.

Nace el sabio cuando yerra.
Ah, mujer sin corazón,
saca de esto una lección,
ten ahí tu moraleja:
Si vas a ofrecer tu almeja,
quítale antes la tierra.