De visita


La excusa para aquel vestido era que ese día estaba siendo extremadamente caluroso,y aunque era demasiado ceñido,he de confesar que tambien era el único que combinaba a la perfección con mis sandalias turquesa,unos verdaderos taconazos.
Lo que no estaba tan claro era la razón por la que hacia aquella visita.En el ascensor revisé mi peinado dando los últimos retoques y adoptando una pose que me díese un aire natural a la par que irresistiblemente arrebatadora esperé a que el ascensor se abriese,y aquel a quien iba a visitar estuviese esperando con la puerta de su casa de par en par,para no perderse tal aparición,cosa que no ocurrió.
Una vez en el descansillo,la puerta de su casa estaba entreabierta,asome la cabeza esperando verle y escuche a lo lejos...
-Pasa,estoy en el estudio.
Cerré la puerta y como su voz me indicó entré hasta el cuarto que él tenia destinado a sus pinturas.Estaba sentado delante de un gran lienzo y de espaldas a la puerta,volvió ligeramente la cabeza, yo me acerque y le di un beso en la sien.
-¿Como estas?Pregunte entrecortadamente,pues aquel vestido me estaba dejando sin aliento.
-Bien,dame un momento,sientate por ahí.
Había una silla a unos metros detrás de él y me senté. Y allí estaba yo,medio amoratada,sin poder respirar, intentando no perder el glamour ni la compostura, sentada en una silla plegable de madera cuyo eje de gravedad variaba segun yo cruzaba las piernas para dejar a la vista aquellas maravillosas sandalias.
En la estancia era todo tan...bohemio, me dí cuenta de que las musas habían llegado antes que yo e incluso (creo que por la falta de oxigeno en mi cerebro) vi que una  susurraba al oído del extasiado pintor, mientras me miraba con ojos maliciosos y otra mas descarada me hacia burlas y se reía de mi.
Pasado un tiempo y viendo que tenia que decidir salir de allí y vivir o morir asfixiada y que el bombón bohemio estaba en pleno trance pictórico,desenrredé mis piernas intentando no plegar aquella silla conmigo dentro y volví a besar su sien.
-Tengo que irme,vendré otro día sin prisas.
-Como quieras,aquí estaré.¿Te acompaño a la puerta?
-No,no te preocupes,hasta otro día.
Desandé el pasillo andado minutos antes y al llegar a la puerta volví la cabeza y allí estaban ellas,envueltas en gasa dejando a la vista sus pechos de musas perfectas,diciéndome adiós con sus manos blancas como la porcelana y con la sonrisa picara de quien se sale con la suya,entonces como quien guarda su última y mas poderosa arma,puse las manos en mi espalda y tiré de la cremallera de mi asfixiante vestido y con el primer golpe de aire que entró en mis pulmones,aquellas dos malvadas envueltas en gasa y misterio se esfumarón retorciendose y suplicando,entonces susurre en voz baja...Tengo que ponerme a dieta.