Mi casa esta construida en la ladera de una montaña, justo delante de un antiguo caserio, ya derruido y vacío por dentro.

De la tierra de mi jardín brotan jazmines, espliego romero, tomillo, violetas y un gran rosal blanco te da la bienvenida nada mas abrir la verja, mí casa es blanca, la puerta de entrada es de color azul, y cuando la abres si escuchas con atención te susurra al oido “ya estas en casa”.

Mi casa tiene grandes ventanales y lámparas pequeñas, desde la ventana que esta orientada al sur se puede ver el mar, solo tienes que ponerte de puntillas y cerrar los ojos, el aroma dulce de la sal se mezcla con el de los jazmines y las violetas del jardín y lo invade todo.

En el interior hay una gran escalera que lleva hasta el tejado , en primavera y verano las golondrinas pasan rasantes de forma que si extiendes la mano puedes rozar sus alas.

El sol se pone muy lentamente sobre el bosque de pinos y eucaliptos, como si no quisiera irse nunca, y ante el irremediable ocaso un agónico rayo anaranjado entra en la casa , como en una dulce despedida “hasta mañana”.

Por la noche el techo se inunda de estrellas y la paz llena hasta el ultimo rincon.