Amor por vestibular

Durante la endodoncia,

cuando el joven e imberbe
ayudante higienista
le pasó la servilleta verde
por la mejilla no anestesiada
secándole con suavidad
las salpicaduras,

recostada 45 grados
sobre su pasado y
deslizándose lentamente
hacia la nada,

fue consciente la vieja
de cuanto tiempo llevaba ya
sin recibir una sola caricia.

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Si la muerte se los hubiera
llevado a la par por aquel entonces,
no hubiera hecho falta ahora
que ningún sutil verdugo de bata blanca
le reconstruyese a ella la sonrisa...