Dios ha muerto

y nos ha dejado aquí en pelotas
a verlas venir,
incapaces
de sostener
un mismo estado de ánimo
de lunes a domingo.

Desolados,

ante el reto de ingerir
dos litros de agua diarios
lavarnos tres veces los piños,
comer todas esas frutas y verduras
que nos regulen el pehache del alma.

Dios ha muerto
y de su cadáver ha germinado
un absurdo mundano
de coches color verde aceituna
y palillos de dientes usados
esparcidos por el suelo

Lo cierto es
que nos ha dejado bien jodidos,

supurando azufre macerado,
cultivando malas costumbres,
vendiendo principios al por mayor
por una bocanada de almizcle

sonriendo como gilipollas
para que alguién recuerde la foto
como si fueran buenos tiempos

Dios ha muerto,

Nietzsche apretó el gatillo,
y algunos pocos,
-los mas honestos quiero pensar-
cargamos con el cadáver
sobre los hombros
por ser más honesto eso
que escurrir el bulto