El más triste de todos los finales de la historia de la literatura, es el final de Peter Pan, cuando los niños dejan de ser niños. Por eso, Wendy, nunca dejes de ser una niña, nunca pierdas tu inocencia, nunca dejes que el tiempo se escape, nunca dejes que el tiempo se pierda.
El tiempo ha pasado y Wendy es toda una mujer. Tiene una hija hermosa, tan hermosa como lo era ella cuando pisó por primera vez el país de Nunca Jamás de la mano de Peter Pan.
Wendy acaba de acostar a su niña, la habitación está a oscuras, de repente, se abren las ventanas de par en par, y contra en el cielo estrellado se recorta la figura Peter Pan.
-Wendy, vine a por ti, es el tiempo de la limpieza de la primavera, tienes que cuidar de mí y de los niños perdidos.-
Pero Wendy le confiesa que se ha olvidado de volar
- No malgastes en mí el polvo de las hadas.-
Peter Pan que aun es un niño no entiende nada.
Y Wendy le dice.
-Encenderé la luz para que comprendas.-
Y por primera vez en su vida, Peter Pan tiene miedo y solo acierta a decir.
–No, no enciendas la luz.-
Hoy, encenderás la luz, con la certeza de que si Peter Pan viene a buscarte, podrás sostenerle la mirada sin darle un susto de muerte.
Si Peter pan, viene a buscarte, no lo dudes, mira su cara, y emprende un urgente viaje lleno de vida.
Y Wendy, que no me entere yo, de que Peter Pan se marcha sin ti.