A la hora del almuerzo
las ventanas de la corrala
escupen murmullos de telediario,
olores a
guisos de pescado
y ecos de conversación,
mientras atravieso vencido
el patíbulo de vuelta a casa.
Y deambulando
entre baldosas rojas,
arrastro el cuerpo como puedo,
esquivando como
acostumbro
el buzón y sus
cuentas pendientes,
de facturas,
propaganda electoral
y pizzas a domicilio.