Frustración

¿Pensaste en reciclar comprando lo que menos envoltorio lleva? ¿Decidiste olvidarte del coche salvo para casos imprescindibles? ¿Aguantaste la ropa que tenías, sin comprarte nada nuevo? ¿Compraste la fruta y verdura de temporada? ¿Favoreciste al productor local? ¿Te revelaste contra las multinacionales? ¿Has visto muchos animales salvajes? ¿Te has parado a mirar las estrellas? ¿Te cagas en agua potable? ¿Sigues pidiéndole a los reyes? ¿Tiras basura al suelo? ¿Y colillas? ¿Ves más de una hora la televisión? ¿Prefieres poner la calefacción a ponerte un jersey? ¿Prefieres vivir más de noche que de día? ¿Te has parado a pensar que todo lo que haces no lo haces para vivir?

Y que me digan a mí que todo va a cambiar. Que con un pequeño esfuerzo volveremos poco a poco a conciliarnos con el planeta. El problema no está en el estado avanzado del cambio climático, está en la mentalidad. Ni aunque estuviéramos en el clímax de todos los ecosistemas del planeta esto cambiaría. Llegaríamos al mismo punto, sólo que unos años más tarde. No creo que el que lo tenga todo quiera renunciar a ello ni el que no tenga nada no quiera llegar a tenerlo todo. Somos escoria. Imagínate.

Los científicos pasan el día investigando. Que si la reproducción de esta especie o la de esta otra, cómo se relacionan entre ellas, qué importancia tiene en relación con otros animales, que productividad produce en las plantas, tan básicas en el ciclo de todo lo que tenemos entre manos. En un futuro, no muy lejano, sólo será carne de biblioteca. Eruditos, mundos fantásticos, dragones y mazmorras. Todo ese poco dinero que se gastan los que lo tienen, es una migaja en los dientes de un perro. Es para mantener ocupada a una parte de la gente que piensa. Como un gato con su bola de hilo, un perro con su hueso. Esto no tiene solución ni la quiere tener. Somos parte de un negocio en el que nadie nos ha preguntado si queríamos entrar, aunque no nos supone una carga muy pesada.

¿Pesimista?
Llámalo como quieras. El nombre que le pongas no va a cambiar las cosas. Sal a la calle y dime que no huele a rancio. Que las ciudades son cuna de la ilustración y lo que las rodea un mundo salvaje fruto de la evolución. Abre la puerta de tu casa y corre a pelearte en ese mundo de ratas. De día, de noche. Huele su miedo, hazte el fuerte, comete al cobarde, busca tu ejército, haz que te crean, miente y sangra odio a cada paso, hazte ciudadano del mundo globalizado, hazte europeo.