Pese a que las copas siguen aumentando, no consigo ni siquiera nublar la vista, llegar al punto de inflexión. Mientras, me recuerdo en épocas pasadas, vividas, agotadas. Todo lo que sea girar el cuello me produce vértigo, sueño, ensoñación. Dueño de un futuro inexistente, caótico, inteligente.
Las calles de Amsterdam me recuerdan a ese mi sino. Soy una gran ficha de ajedrez, en una bonita acera. El suelo apoya mi camino, sólo tengo que encontrar las huellas de mi destino.
Vengo de un viaje incierto. Raro y absolutamente genial. Sólo y con buena compañía. Salir del todo y oler un aire diferente, una tribu diferente. Vengo conmocionado y pensativo. Estoy absorto y completamente parado.
Abofeteada la imaginación, marginada la lectura, pisoteada la música. Vivo con la intensa mirada de mis propios ojos que me acechan desde el hoy para vigilar mi pasado. Soy una sombra errante. Oscura, divagante.
¿Dónde estarán esos sueños que tan cercanos parecen? Son recurrentes y tangibles. ¿Cómo se pueden alcanzar?