Hace un tiempo decidí poner mi cuerpo a dieta,eso que hacemos las mujeres cuando vemos clarear el cielo y el calorcillo ya se pega en la piel,cuando uno de los tirantes del bikini asoma por la caja decorada de ositos rojos y una lo mira de soslayo y viene a la mente la dichosa pregunta,¿aun me quedara bien?,porque el michelin que se ha acomodado en las caderas no esta en la imagen que tenemos del verano pasado.
Yo en contra de todas las leyes,que en realidad es lo que me gusta,me pongo a dieta una vez lucido el michelin,cuando la caja de ositos vuelve a guardar lo que con tanta añoranza dormirá hasta el verano del próximo año.
Una conoce su cuerpo y sabe que quitando ciertos caprichos esto esta hecho,la meta son 5 kilitos menos,la excusa ....mi espalda de titanio,eso si,los fines de semana incumplo mi dieta a "rajatabla".
Y es curioso pero es en los días de admistía cuando mas disfruto y sin remordimientos porque la balanza me trata bien.
Durante un paseo tranquilo por Alicante con mi chico,pasamos por delante de un escaparate,los tonos tierra y marrones llamaron mi atención y la de él,así que me propuso entrar al establecimiento,una vez dentro el aroma era increíble y tras elegir dos modelitos yo y uno él pasamos al "probador" y allí con mucha calma deguste un "papa nono" de crema pastelera con yema tostada y una milhoja también de crema con azúcar glas espolvoreada por encima,disfruté como una niña, como jamas lo había hecho con un dulce (en este caso dos),ni el bikini ni siquiera mi espalda metalizada pudierón impedir ese momento solo comparable a saltar dentro de un charco y ponerse perdido de barro.