Ahora que ya no me visitan
sé de la inutilidad de las tristezas,
de su autocomplacencia,
de llanto ahogado y sordo
De la pena, penita, pena
que no da más más que
para un par de buenos poemas
o una canción sin estribillo
A veces en realidad
lo único que haga falta
sea tal vez el valor,
para rendirse
Y adios tristezas